RSS

testimonio de Clemente De Jesús Olivares Pérez: ex alcoholico.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Clemente De Jesús Olivares Pérez: ex alcoholico

Provengo de una familia mexicana que se estableció para vivir en Juchitán, una ciudad del estado de Oaxaca, quizá el más pobre de la República; soy el mayor de cuatro hermanos y en mi hogar fui criado con mucha disciplina por parte de mi padre, hasta que a los 15 años ingresé a un colegio militar de donde me expulsaron por robo y donde cometí toda suerte de pecados abominables. A partir de entonces llevé vidas paralelas; por un lado me desempeñe como un hijo de familia "normal" y por otro mi decadencia moral fue en aumento.

A decir de mis compañeros y mis calificaciones, siempre fui un alumno brillante, concluí mis estudios de ingeniería con el mejor promedio de mi generación, inmediatamente obtuve el título profesional e ingresé a trabajar en la empresa petrolera de este país, donde aún presto mis servicios en el área corporativa de relaciones laborales. Mi afición por el alcohol y las mujeres fue algo que siempre estuvo asociado a mi aparente vida de éxito. Mi vida transcurría entre cumplir con mi trabajo e ir ascendiendo y beber tres veces por semana hasta emborracharme.

Las buenas nuevas del evangelio llegaron a mi hogar por medio del hermano que me sigue en edad (le llevo 4 años), desde adolescente llevó a la casa música diferente y patrones de comportamiento distintos, que a decir verdad, en mi familia no entendíamos y por el contrario nos dedicábamos a criticar. La actividad de mi hermano en la Iglesia del Nazareno era "excesiva", todos los días al culto, campamentos, ensayos, etc., hasta que mi mamá también se hizo miembro de esa iglesia. En una ocasión fui a un evento con música especial donde el conferencista hizo una invitación para orar por las personas, yo pasé al frente, e inclusive asistí a la iglesia durante un año, hasta que nuevamente sucumbí ante el sexo. Como a pesar de mis defectos siempre he sido perfeccionista, consideré que no podía ir a la iglesia y ser hipócrita, así que tomé la decisión de apartarme de Dios.

A partir de entonces mi existencia fue aun más miserable, ahora yo sabía lo que era pecado contra Dios, pero estaba conforme de ir al infierno, lo intente todo, probé de todo y cada vez me hundía mas. Admiraba profundamente a mi hermano por no necesitar de toda esa basura para ser feliz, pero por ningún motivo volvería a la Iglesia, yo era responsable de mi vida y tenía todo lo necesario para triunfar, juventud, autos, dinero, profesión, un buen trabajo, una novia decente y algunas otras señoritas y señoras para divertirme. Estaba lleno de pecado, soberbia y vanidad, pero consciente de mi maldad por el conocimiento que tenía de la Biblia.

Parecía que mi caso ya no tendría remedio, yo era un esclavo del pecado, profundamente afectado psicológicamente, tan lleno de inseguridad que cuando salía llevaba conmigo una pistola, vivía con el temor de embarazar a alguien o despertaba con la zozobra de no recordar lo que había hecho. En mi casa perdí todo respeto a la autoridad de mis padres, al grado de llegar borracho ante mi papá, aquel hombre tan severo que no tomaba, ni fumaba, ni andaba con mujeres; con esto, demostraba mi impotencia y resignación ante mi pobre condición. Todo lo que tenía que ver con Dios me hacía sentir muy triste, sabía que estaba mal, pero no quería, ni podía hacer algo por mí mismo; por supuesto, ni los consejos, ni las recomendaciones, ni los regaños, ni siquiera el amor de las personas podían hacer algo por mi.

Así, el 18 de febrero de 1987, después de trabajar y haber bebido nuevamente, manejando uno de mis autos regresaba de la Refinería de Petróleo en Salina Cruz, Oax. hacia el lugar donde vivía; cuando de pronto, me encontré de frente con un enorme camión trailer, el impacto fue tremendo y perdí instantáneamente el brazo izquierdo, la escena era impresionante, un hombre solo en la carretera, en la noche y desangrándose, que solo acertaba a llamar a su mamá. Intenté volver a manejar pero estaba débil, nadie se detenía a auxiliarme, la vida se me escurría a cada segundo y en cada gota de sangre, parecía que la intención de "alguien" era dejarme morir, sin darme cuenta que en esos momentos ya habían sucedido varios milagros que me conservaron la vida y que omito en obsequio a la brevedad.

Se me proporcionaron los primeros auxilios en un consultorio médico, pero era necesaria una intervención quirúrgica, para lo cual me trasladarían a un hospital a 50 km. de distancia. Mi papá le avisó del accidente a mi hermano a quien me referí anteriormente, quien estaba en la Iglesia como era su costumbre, de tal forma que fue él quien me acompañó en la ambulancia, en el trayecto a toda velocidad Eduardo oraba con fervor intercediendo por mí, pero, en cierto momento, me dijo que probablemente no llegaría con vida al hospital, había perdido demasiada sangre y era preciso ponerme a cuentas con Dios. En ese instante, en medio del gran dolor que sentía, pude darme cuenta que estaba cara a cara con la muerte y tuve un miedo terrible ¿a donde iría después de cerrar los ojos por última vez? ¿que pasa cuando uno muere? El futuro no lo podía ver, pero si pude ver mi pasado ¿que de bueno había en mi vida? ¿había sembrado amor? ¿para que servía todo lo que había logrado?

Tuve que llegar a esa situación dramática de mi vida para sentir arrepentimiento; entonces, de lo más profundo de mi corazón salió unaoración, una súplica, un grito ¡Señor, dame una oportunidad de vivir, quiero conocerte y servirte! Cuenta mi hermano que instantáneamente desapareció el rictus de dolor de mi cara y esa ambulancia se llenó de la paz de Dios. Me desmayé cuando me llevaban al quirófano; salvé la vida con la operación, las transfusiones de sangre y la infinita gracia de Jesucristo mi redentor.

Al otro día desperté en otra realidad, sin un brazo pero vivo, afectado pero gozoso, derrumbado en una cama pero listo para ir al cielo, el cuerpo marcado pero mi alma limpia, con mi nombre fuera de los equipos deportivos pero ahora inscrito en el libro de la vida, con un pasado miserable pero con un futuro glorioso ¡Dios me había perdonado!. La noticia del accidente de aquel joven ingeniero causó consternación, ¡como era posible si había gente peor!, ¡Clement no merecía eso!; el hospital se llenó de tanta gente entre compañeros de trabajo, amigos y familiares que desfilaron todo el día para verme, hasta que los médicos negaron el acceso por considerar que era demasiado. Lo que más agradezco y me dio tanta fortaleza fue la visita de los hermanos de la 1ª. Iglesia del Nazareno en Juchitán, Oaxaca, quienes me manifestaban que desde antes habían estado orando por mí ¡Que amor incomprensible!

En ese mismo hospital se dieron cita mis compañeros de parranda y mujeres con las que tenía relaciones, como recordándome que no me preocupara, que todo podía seguir como antes; pero yo era una nueva criatura que no estaba dispuesto a volver atrás, sino al contrario, a seguir adelante en obediencia a la voluntad de Dios. Postrado en esa cama le pedí a mis ahora suegros que me permitieran casarme con su hija, necesitaba reordenar mi vida y comprender el plan de Dios para mi.

Tuve la oportunidad de vivir, pero yo también cumplí mi palabra, de inmediato comencé a estudiar la Biblia y a congregarme. El 4 de abril de 1987, Julisa y yo unimos nuestras vidas en la Iglesia del Nazareno, fue una boda muy emotiva donde pude compartir públicamente mi testimonio.

Por necesidad de lograr mi rehabilitación me enviaron a la ciudad de México, donde los médicos concluyeron que solo requería ejercicios físicos para manejar mi prótesis y que no tenía ninguna necesidad de la obligada terapia psicológica; no cabe duda, es sorprendente la forma en que restaura el Señor. Una vez en esta ciudad, en la búsqueda de una Iglesia donde congregarme, llegué a la Iglesia del Nazareno "Jesús es Señor", la que tenía como templo una cochera o garaje; en ese lugar se nos recibió de una manera muy especial y se me invitó a compartir mi testimonio, que al parecer fue de bendición para lo asistentes. Al término del culto un par de mujeres nos llevaron para hablar con un joven que se había intentado suicidar en tres ocasiones y pude testificarle de Jesús. Así fue que nos involucramos con la Iglesia a la que aun asistimos.

En esta ciudad mi esposa se embarazó, pero debido a que éste era ectópico (alojado en una trompa de falopio hasta que esta estalló) se perdió en medio de un gran riesgo de muerte por causa de la terrible hemorragia. Poco antes de cumplirse un año de nuestra estancia en México, Distrito Federal, llegó el tiempo de regresar a nuestro lugar de origen; para ese tiempo ya Dios había puesto una carga muy grande en nuestros corazones, estábamos seguros de que éramos llamados para hacer "algo" en la capital, así que rentamos y amueblamos un departamento, con la certeza de que pronto volveríamos para vivir allí.

Regresé a trabajar a la Refinería de Salina Cruz, Oaxaca, donde por cierto el impacto emocional fue tremendo, volver a un lugar donde todo seguía igual pero ahora yo tenía un aspecto físico distinto, me produjo incomodidad; esta situación la conocía el Señor, por eso solo estuve un mes en ese lugar y se me invitó a colaborar en México D.F. ¡El todo lo hace perfecto!. Contra todo pronóstico, abandonamos a nuestras familias y dejando atrás nuestras raíces fuimos a enfrentarnos a un mundo nuevo, en ocasiones hostil, pero estábamos decididos a obedecer y descubrir el plan de Dios para nuestro matrimonio.

En nuestra inquietud de buscar y conocer mas de Dios, realizamos un viaje a Tierra Santa, después del cual podemos afirmar que lo dicho en la Biblia tiene gran concordancia geográfica e histórica; todo nos pareció fascinante, pero lo mas emotivo, fue sin duda el haber participado del Sacramento de la Comunión en el lugar que se reconoce, al menos por el pueblo evangélico, como el Jardín de la Tumba. Es paradójicamente emocionante entrar a una abertura en la pared de roca y no encontrar rastro de nada, gracias a la gloriosa resurrección del Hijo de Dios que dio su vida por nosotros; ¡Esta es la gran diferencia de nuestra fe!

Una vez de regreso enfrentamos otra prueba, no podíamos tener hijos, visitamos gran cantidad de médicos y nos sometimos a todo tipo de estudios intentando todos los recursos disponibles en busca del embarazo, recibimos apoyo por parte de nuestros amigos, pero no había avance. Pronto esta necesidad se convirtió en obsesión, la familia y la iglesia preguntaban por los bebés y aunque de manera involuntaria, ejercían una gran presión emocional sobre nosotros; después, la carga era insoportable, sobre todo para mi esposa que pasaba por frecuentes crisis de llanto y desesperación.

Un día, en una actividad juvenil Dios habló a nuestras vidas a través de un canto, indicándonos que debíamos darle a El nuestras cargas y ese sueño irrealizable. Así lo hicimos, esa noche dejamos todo en el altar y por fin tuvimos paz en nuestros corazones, El nos hizo descansar y también hizo el milagro, el examen del siguiente mes reveló que mi esposa estaba embarazada.

Hoy tenemos dos hijos: Samuel (10) y Clement (8), podemos asegurar que somos felices a pesar de que las pruebas han continuado; por mencionar una más, debo decir que mi padre fue asesinado a balazos en presencia de mi madre. Aunque la vida no ha sido fácil, una cosa tengo por cierta, que Dios ha estado con nosotros en todas y cada una de las circunstancias. Estamos agradecidos con El por su bondad y misericordia; no hay duda, sus bendiciones son abundantes cada día.

Tengo 40 años y desde mi conversión no he dejado de servir al Señor, porque se me ha permitido participar en diferentes proyectos de la Iglesia para extender Su reino. Por su gracia, El también me usa cuando comparto la Palabra o mi testimonio. Estoy comprometido en ser fiel y correr con dignidad la preciosa carrera de la fe. Por todo ello ¡A Dios sea la Gloria!

Si usted le pide de todo corazón, él pondrá en usted la voluntad y el propósito de confiar en él. Lo acercará a él mediante su gracia, y hará que comprenda que ha nacido de nuevo, que tiene una nueva vida y un nuevo propósito, porque "lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que nacido del Espíritu, espíritu es" (San Juan 3:6). ¡Gloria al Señor!¿Qué es lo más importante en tu vida? Deja que el Señor Jesús te ayude a establecer tus prioridades. Si no conoces al Señor Jesús te animamos a hacer la siguiente oración:
"Señor Jesús, quiero conocerte personalmente. Gracias por morir en la cruz por mis pecados. Yo abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Salvador y mi Señor. Gracias por perdonar mis pecados y darme vida eterna. Toma el control de mi vida. Haz de mí la persona que tú quieres que sea"
Esta oración es el primer paso para tener una relación personal con el Señor Jesús, quien te guiará y alentará en cada paso del camino.

_____________________________________________

bueno hermanos mios yo se que este testimonio es impactante pero les edificara sus vidas grandemente.

att
negrusa

0 comentarios:

videos on line

ir arriba