Pastor: Cash Luna
Predica: Resolviendo Conflictos
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¿Has tenido un conflicto personal con alguien? ¿Puedes responder de corazón si los tienes con regularidad? Los conflictos habitualmente nacen de dos puntos de vista diferentes sobre una misma cosa.
¿Has visto cómo los niños resuelven sus conflictos? Ellos se pelean por un juguete, una paleta o por golosinas; pero a los pocos minutos, están jugando juntos otra vez. No están heridos y no necesitan un encuentro para sanar su alma. En ocasiones cuando la mamá lo regaña fuerte y se siente ofendido, llora. Pero si después, la mamá se da cuenta que lo lastimó y le pide perdón, él la abraza y le dice que no importa. Y pensando en esto me pregunté ¿qué necesitamos para resolver o para salir de los conflictos? ¿Madurez o inocencia? Necesitamos más inocencia. Un niño es inmaduro, pero gracias a su inocencia resuelve sus problemas.
¿Por qué los grandes nos complicamos con Dios? En la sencillez está la felicidad. Nadie es perfecto, entonces, no tienes por qué exigir la perfección. Si eres de las personas que están midiendo todo el tiempo, deja de hacerlo porque más adelante lo van a hacer contigo también.
Jesucristo dijo que él no juzgaba. Un hombre le dijo a Jesús: “Di a mi hermano que parta conmigo la herencia”. A lo que Jesús respondió: “¿Quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Guardaos de toda avaricia”. (Lucas 12:13-15) Jesús no les dijo nada más porque sabía la raíz del problema.
A veces se quieren resolver las cosas en la superficie en lugar de arrancar el árbol de raíz. Los conflictos suelen pasar entre madres e hijos, entre patrono y empleado, entre líder y seguidor, y con los compañeros de estudio y de trabajo. No estamos libres de conflictos, pero sí debemos saber salir de ellos.
Una vez un padre le prometió a su hijo que le daría el enganche de su primer carro. Cuando el hijo llegó a la edad de comprarlo y lo escogió, eligió un auto deportivo y descapotable. Él le recordó al papá lo que le había prometido, pero éste le evadía diciendo que después. Otras veces le respondía que el mantenimiento era muy costoso. Se creó un conflicto entre ellos y tuvieron un distanciamiento, hasta que el padre abrió su corazón y le dijo que tenía miedo que comprara ese carro porque era muy rápido. El hijo guardó silencio y se fue a su habitación. A los 20 minutos, regresó con los ojos llenos de lágrimas y le dijo: “Papá, tienes razón, será muy caro mantenerlo”.
¿Tienes problemas en tu matrimonio? ¿De qué tipo son? Si es de tipo sexual, habla de sexo. No empieces diciendo que el desayuno estaba mal. Con regularidad evadimos las verdaderas razones que nos están ocasionando el conflicto. Pero eso no debe ser así, ve y habla claro.
Los conflictos no se resuelven porque no hablamos acerca de las cosas que los ocasionan.
Para saber de qué manera tratar o resolver los conflictos, primero debemos saber de dónde provienen.
La Biblia en Gálatas 5:13-15 dice: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros”.
El no resolver los conflictos desde su raíz puede hacer que se consuma la gente. La no resolución puede hacer consumirse a la otra persona o a ti. Y con esto no quiero decir que se vaya a desaparecer, pero lo que sí se evapora es el cariño, y empieza la hostilidad y el enfriamiento.
Por no resolver los conflictos, podemos llegar al extremo de ir mordiéndonos, mientras la Biblia nos dice que debemos soportarnos los unos a los otros, y llevar las cargas los unos de los otros.
Más adelante en los versículos 16-24 dice: “Digo, pues; andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales yo os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”.
De la lista de las obras de la carne, el 47% tiene que ver con las relaciones personales. Todas estas cosas están relacionadas al trato entre dos personas. Si tiendes mucho a eso, significa que andas en la carne.
A veces no sabes cómo tratar los problemas, pero debes de aprender a hacerlo. Después de 21 años de creer en Cristo y de tratar con personas, con los que hablan bien y mal, trabajadores, jefes, etc., he aprendido que pasamos socializando todo el tiempo. Sólo el socializar te expone a una relación con alguien, y una relación te lleva a dar frutos de la carne o del espíritu.
La misma Biblia dice que es necesario que haya disensiones entre nosotros para que salga a luz quién está aprobado y quién no.
La mayor parte de la gente no diferencia entre el problema administrativo y el personal. Si viene tu jefe y te pregunta por qué llegas tarde, crees que lo hace de manera personal. Pero después de siete días, qué es lo que quieres que te pregunten. ¿Por qué vuelves personal lo que es administrativo?
¿Te han ofendido? ¿Crees que la gente que te ofendió lo hizo a propósito? ¿Has ofendido a alguien? ¿Aceptas que lo ofendiste a propósito? ¿Por qué crees que todo lo que te hacen es premeditado y lo que haces tú siempre es sin querer?
La mayor parte de la gente te ofende o lastima sin intención, pero cuando eso sucede, casi siempre se piensa que fue premeditado. Eso genera hostilidad porque lo primero que haces es sacar un juicio de esa persona, en lugar de resolver el problema. Después empiezas a molestarte, y nadie que esté molesto piensa bien de otro. Cuando estás molesto con alguien, no hablas bien de él. La mayoría de los problemas están relacionados con el trato a los semejantes, y éstos surgen de la carne.
La Palabra del Señor en Santiago 4:1 dice: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal para gastar en vuestros deleites”.
El enojo no es un demonio, es una obra de la carne y como tal no la puedes reprender.
En la vida siempre vamos a necesitar gente que esté mejor que nosotros para que nos inspire. La gente que tiene envidia nunca se levanta porque no se deja inspirar por nadie. La envidia no es amiga de nadie, es enemiga de todo aquel que desee superarse. La envidia hace que juzgues mal a tu patrón, a tu empresa o a otra persona; y cuando eso se da, ya no quieres competir por ganar más, sino por quitarle algo a otro. Eso no es de Dios. La Biblia dice que debemos ser pacificadores y que los mansos heredarán la tierra.
En algunas ocasiones, pareciera ser que tenemos telarañas dentro de la cabeza que no nos dejan pensar, juzgamos las cosas de manera incorrecta y mientras tanto tenemos un conflicto interno. Deja eso por un lado y vive en paz y tranquilo en Cristo Jesús.
Si no tratas el verdadero problema, vas a entrar en hostilidad. Y si ésta crece, cuando trates el verdadero problema, tendrás que tratar con otros más que antes no tenías.
No seas de las personas que hablan arrebatadamente, quien tiene éxito para hablar no es el que sabe cómo hacerlo, sino el que conoce cómo escuchar a la gente.
Si vas a tratar un conflicto, no le des la vuelta por otro lado, porque quizás la otra persona no sabe de qué se trata. Ve al punto.
Si eres padre, medita cuál es la raíz del conflicto con tus hijos. ¿Todavía tienes conflicto con tu hija que quedó embarazada hace años y no le aprobaste el matrimonio y tienes años sin disfrutar a tu nieto? Aunque a veces son necesarias las reglas, necesitamos un poco más de amor.
¿Cuánto hace que no hablas con tus padres porque te complicaron la vida? ¿Por qué no vas y lo hablas? No digas que eres feliz así. Estás soportando el conflicto, que es diferente. No evites el conflicto. Resuélvelo, porque si ya tienes el problema, no puedes seguir evitándolo.
Pide a Dios que su Espíritu Santo sea quien te dirija y te haga callar cuando sea necesario, que te dé el amor suficiente para resolver el conflicto y te ayude en tus relaciones con las demás personas.
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bueno a todos los que visitan mi pagina que sea de bendicion mi pagina y que esta predica sea de ayuda a sus vidas.
att
negrusa
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